La mujer se alteró cuando quiso usar su celular y estaba apagado, sin carga, mientras su marido se encontraba trabajando en el taller que estaba afuera de la casa.
Necesitaba avisar a su trabajo que no podría asistir en el horario habitual, porque ese día tendría que firmar la documentación de la nueva propiedad que habían adquirido con su esposo en las afueras de la ciudad, como lugar de descanso. El abogado de la familia avisó que no llegaría a tiempo y que tenía todo coordinado para supervisar la transacción dos horas más tarde de lo pactado.
Sin dudarlo, Vanessa se dirigió hasta el mueble del comedor, donde su esposo solía dejar su celular; no era habitual que lo usara, pero su marido no utilizaba contraseña y eso facilitaría las cosas. Solo quería llamar a su trabajo para coordinar con su compañero de oficina que la cubriera en dos asuntos pendientes que tenía esa tarde. Pero el asombro fue mayúsculo cuando ingresó al teléfono y se encontró con mensajes recién recibidos a modo de respuesta a una conversación que venía manteniendo su esposo con otra persona por medio de una aplicación de chat.
«¿La tengo que matar?», se leía en uno de los mensajes recibidos. «Sí, tienes que matarla, por favor, te lo ruego (…) Esta mujer vale un millón, estoy diciendo que la matamos y cobro un millón (de dólares) para que vivamos como los reyes y reinas que somos», era la cruda respuesta de su marido con una mujer que Vanessa no identificaba.
«Hay más de un millón en la caja fuerte del banco que le pertenecen a ella por una herencia. Estoy diciendo que no me atraparán», afirmaba su esposo en el chat. «No somos criminales, no nos importa el dinero, pero este puede ser un buen camino si así lo decidimos. No Estoy bromeando, todo lo que quiero es a ti, ‘nena’. Es todo lo que me importa», concluyó él. Vanessa se sintió aturdida y solo atinó a tomar una silla para sentarse.
Pensó salir de la casa para increpar a su marido, pero razonó un instante y decidió llamar a la Policía. Desesperada, pidió que acudieran a su casa y advirtió que temía por su vida.
Veinte minutos después, Vanessa observó por la ventana el arribo de un patrullero, donde solo visualizó a una mujer policía conduciendo la unidad.
La agente descendió del vehículo y, para sorpresa de Vanessa que miraba atenta y nerviosa desde la ventana de la cocina, la oficial se dirigió directamente al taller donde se encontraba su marido. Segundos después oyó el sonido seco de dos detonaciones.
En estado de shock, Vanessa salió corriendo hacia el lugar de los disparos y allí se encontró frente a frente con la agente que le apuntó con el arma y le dijo: «Nunca debiste haber descubierto esos mensajes, Vanessa. Quiero que sepas que todo fue planeado por tu querido esposo, a quien poco le importabas». Sin esperar respuesta, la policía descerrajó otros dos tiros contra Vanessa, que cayó en el lugar sin poder ofrecer ninguna resistencia.
Acto seguido, la agresora llamó por radio y pidió asistencia de más agentes y de una ambulancia. Entretanto, dispuso del tiempo para organizar la escena del crimen.
Al arribar al lugar sus compañeros agentes, la oficial contó que mientras la denunciante le contaba acerca de los chats de su marido con otra persona planeando su asesinato, de repente apareció el hombre y le disparó dos veces en el pecho y ella tuvo que reaccionar impactando dos tiros en el agresor.
El caso se cerraría inmediatamente que la certificación forense y la investigación policial corroboraron la teoría.
¿Y el celular con los chats que comprometían a una tercera persona?
Nunca se logró ubicar el aparato ni identificar el lugar desde el cual era utilizado, salvo el comercio donde había sido adquirido, una tienda multi objetos en un pueblo vecino, cuyo dueño no pudo aportar mayores datos, solo que ese celular había sido vendido hacía casi ocho meses, por el registro en el inventario.
La oficial continuó con su trabajo evitando levantar sospechas, aunque todo el tiempo sobrevuela una idea en su mente: que alguien haya observado lo sucedido o que alguna cámara de seguridad lo haya captado.
Hasta el momento la suerte ha estado de su lado.